La tortilla nuclear es una arma de destrucción masiva terrible inventada en España hace tiempo ya (sí, eso será lo bastante concreto). Actualmente su uso está restringido por varios tratados internacionales y desde su prohibición su fabricación ha aumentado un 352%, igual que la gente que se inventa porcentajes al azar sobre la marcha para respaldar sus argumentos.
Sus ingredientes básicos son tres: huevo, patata y uranio o plutonio, al gusto. Pero es preciso hacer notar que los huevos deben ser de gallinas criadas en el suelo (porque de otra forma se caerían) y alimentadas con pepitas de plomo de forma que sean seguros para usarse con radiación. Las patatas, además, deben ser tubérculos aislantes especiales cultivados en la fría tundra del Mágico Reino de Canadá por un gigante ciego de siete brazos. Para crear una tortilla nuclear de repetición se le puede añadir cebolla.
El proceso de preparar todos los ingredientes se hace a increíbles temperaturas y con todo tipo de precauciones pues la exposición a los vapores nocivos que desprende puede acarrear todo tipo de molestias e incluso la muerte. Durante un accidente en una fábrica de tortillas nucleares los trabajadores empezaron a alucinar con los vapores, cerraron la fábrica a cal y canto y crearon una pequeña comunidad igualitaria, acrática y pacifista que pronto fue brutalmente pisoteada por el gobierno.
Esta arma fue empleada por primera vez por España sobre el pacífico país selvático de Walalandia a fin de defender sus intereses comerciales. Fueron arrojadas desde aviones y lanzadas en las cabezas de misiles. No sobrevivió nadie, de modo que en años sucesivos Walalandia siguió sirviendo como campo de pruebas para probar nuevos modelos de tortilla nuclear o simplemente por diversión.
El roce con una tortilla atómica es mortal, pero el cadáver volverá a alzarse como un zombi nuclear que vagará por el mundo intentando saciar su hambre de elementos pesados, normalmente devorando a otros zombis nucleares. Walalandia ahora está plagada de ellos, lo que la hace más inhabitable aun, convirtiendo el intento de conquistarla en una de las peores decisiones de todos los tiempos.
Como ya se dijo, su fabricación está prohibida, lo que solo hace que distintos gobiernos y organizaciones se vean más tentados a probar. Francia está perfeccionando un modelo que no necesita de tubérculos estabilizadores, pero están muy atrasados. Y los mexicanos todavía andan muy perdidos en esto de qué es una tortilla, pero sus avances en el desarrollo del taco atómico son asombrosos y escalofriantes.
Y todavía está fresco en la memoria el caso Geriátrico en el que un grupo radical de abuelas ultracristianas fabricaba un arsenal de tortillas nucleares en su propia casa para acabar con sus nietos que se negasen a limpiar el plato (según ellas "hacían llorar al niño Jesús"). ¿Quién sabe qué otras atrocidades podrían haber llegado a cometer? Las autoridades intentan desmentirlo, pero se rumorea en algunos círculos que añadían un ingrediente temible a sus armas: pimiento. ¡Monstruos!
Esto es todo por hoy, y recordad que se dice “nucelar”. Nucelar. ...o Nukelar.
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