Tengan cuidado, dilectos lectores al realizar sus compras de Semana Santa, pues en estas fechas tan señaladas se dispara la compraventa de incienso de contrabando o de falsificaciones baratas de marcas fidedignas como Quem-A-me, El Tufillo que te da Gustillo, Inciensos Intensos o Apestafácil Pro, por decir algunas.
Su inhalación es altamente peligrosa debido a su alto contenido en incensina, conocida por provocar graves dislocaciones de hígado. Es la segunda causa de heridos en Semana Santa por debajo de las lesiones de cuello provocadas por capirotes no homologados por la federación internacional de demostraciones religiosas y racistas, y por encima del uso de velas inflamables.
Es necesario asegurarse de que se adquiere en locales adecuados y habilitados para la venta de este producto tan semanasanteño. Rechace aquellos que estén envueltos con film o papel de periódico y carezcan de una etiqueta adecuada. Ni siquiera es posible fiarse de los mismos párrocos, pues se conoce que en no pocas ocasiones adquieren estos inciensos fraudulentos para poder poner sus zarpas sobre el dinero que se ahorran.
Es también sabido que muchos negocios de incienso de contrabando emplean el tráfico de drogas como tapadera. Lo que a simple vista puede parecer un amable vendedor de crack puede esconder negocios mucho más siniestros que la simple venta de estupefacientes. Esta es una lacra social que no hace más que daño a los honrados trabajadores del narcótico.
De hecho es frecuente que la policía detenga todos los años en fechas dadivaneñas al mismo hombre que afirma ser rey y camello, pero siempre se le descubre un ingente cargamento de incienso de imitación. Se sospecha que tiene dos cómplices, pero siempre ponen pies en polvorosa antes de ser atrapados. El propio incensador ilegal siempre desaparece de forma misteriosa de su celda el día después de ser puesto en custodia, lo que no hace más que alimentar el misterio.
De modo que recuerden: no dejen a sus hijos cerca de tiburones blancos hambrientos. Buenos días y felices fiestas.
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