9 dic 2014

Papá Gnol

Ilustrado por Dan.
Ahora que estamos en Dadivan seguro que estáis esperando recibir un regalo de Papá Noel Sandía o los Reyes Vagos, pero ellos no son los únicos con licencia para regalar. Hay otra… “alma caritativa” que da… “regalos” a niños y mayores en todo el mundo. Y este es Papá Gnol.

Papá Gnol es, obviamente, un gnol, vamos, un hombre hiena de los que vemos todos los días en los documentales del canal de criaturas sobrenaturales (o en el canal Discovery Max si no tenéis televisión de pago). Vive en el polo centro-tirando-al-sur (es decir, en el Serengeti, a varios metros bajo tierra), con algo más de media docena de gnols y con Mamá Gnol, su dueña y señora, que lo obliga a recorrer el mundo repartiendo “felicidad” por doquier.

Pues veréis, la verdadera profesión de estos entrañables hombes hiena es administrar una cárcel de alta seguridad para gnomos en la cual Mamá Gnol es la alcaide (obviamente obtuvo el puesto debido a sus superiores atributos masculinos y porque puede matarlos a todos a mordiscos). Mientras ella dirige el cotarro, todos los demás gnols se encargan de asegurarse que los gnomos psicópatas cumplan su pena de trabajos forzados creando cosas horribles como muñecos con pelo y hueso humano o juguetes de alambre de espino. A menudo se comen a uno o dos (ellos o sus trols guardianes).

Una vez al año Mamá Gnol ordena que se libren de toda la basura que han fabricado los gnomos y esa es la mágica noche en que sale Papá Gnol a repartir. Unos días antes, sus ayudantes (los otros gnols que viven con él) anuncian su llegada por todos los centros comerciales del mundo devorando niños o saliendo en la televisión gritando atrocidades. Cuando por fin llega el día esperado (normalmente el 40 de Dadiván y alrededores, pero hay años en los que le entra la pereza y tarda tres o cuatro días más), Papá Gnol se mete en su traje de cuero, metal y hueso, sube a su trineo tirado por hienas prehistóricas y parte dejando tras de sí el repiqueteo de cráneos llenos de piedras.

Hay quien dice que hay un patrón en todo lo que hace Papá Gnol: que entra por la fosa séptica de las casas de los niños malos para dejarles cajas bonitas llenas de excremento; mientras que a los niños más malos se los come, o hace que ellos se coman los regalos, o les arrea con su lucero del alba de color rojo y blanco, o deja que sus hienodones les mordisqueen los tobillos o los tiran a la chimenea encendida. Hay quien cree que dejarle ofrendas de carroña y leche colgadas de la puerta hace que deje tranquila la casa. O que nunca ataca a pelirrojos. Pobres ilusos.

Así que ya sabéis, tratad de salir de casa lo menos posible y de tener una antorcha encendida a mano para espantar a Papá Gnol estas Dadivanes. Y en caso de que aun así os coja por sorpresa, intentad convencerlo de que no estás hechos de carne, a lo mejor incluso le cuela y no os come por diversión.

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