Tratarás de hacer todo lo posible para devolver el agua al mundo tras la supersequía que azota a todo el planeta. Sin embargo, tu cornucopia de agua se quedará sin pilas, y usa pilas de esas de 9 voltios que no usa ningún aparato, así que serás incapaz de usarla. Lleno de impotencia, harás lo único que puedes ante esta situación: soltar al caballo demonio que domaste el mes pasado para que corra por las inmensas llanuras que han aparecido de repente por todas partes. Lo echarás de menos. Probablemente.
Aprovechando el ambiente postapocalíptico y todos los saqueos y descontrol que trae consigo, empezarás a usar uno de estos perfumes de feromonas, esperando que alguien ceda a sus más básicos instintos te rapte y tener una aventura romántica ilícita con partes tan emocionantes como estar en un saco y mantener relaciones sexuales con alguien al que no conoces de nada y que sabes que tiene por costumbre meter a gente en sacos. Sin embargo, para tu sorpresa, el perfume no funciona en absoluto. Quién se lo hubiera imaginado.
Tentado por el caos imperante debido a la supersequía postapocalíptica, te plantearás la posibilidad de raptar a alguien para mantener una aventura sexual al margen da la inexistente ley de estos tiempos. Sin embargo, al final decidirás no hacerlo, e invertirás todo buena parte del mes en crear tu propio estilo de artes marciales para que nadie te rapte a ti. No se dará el caso, pues el agua no tardará en volver, y con ella la normalidad, pero es bueno saber artes marciales de todos modos. Seguro que en el futuro te sirven de algo.
Si eres el gemelo malo, apuntarás a los cielos y tratarás de convertirte en el emperador que guíe al vulgo en estos tiempos de caos usando tus puños de hierro. Si eres el gemelo bueno, tratarás de detener las ambiciones de tu hermano, pues sabes que solo traerán dolor a la humanidad. Los dos seréis interrumpidos por un caballo gigante que atravesará vuestra casa y saldrá por una ventana, rompiéndola. Por algún motivo, sentiréis la necesidad de hacer las paces al verlo. Es tan... majestuoso...
Notarás como que está el tiempo algo más seco de repente. Je, cómo es la primavera.
Aprovechando el caos reinante por la sequía, tratarás de llevar a cabo tu sueño dorado: esclavizar a un montón de niños y obligarlos a construir una enorme pirámide en tu honor. Sin embargo, el convenio de esclavistas postapocalípticos te echará el guante por competencia desleal antes de que nadie pueda poner piedra sobre piedra y te pondrá una cuantiosa multa que te quitará las ganas de hacer macroconstrucciones. Por suerte, la cosa dejará de tener validez cuando el mundo vuelva a la normalidad. Qué apocalipsis más rápido.
Buscando una forma de transmutar el agua en gasolina, harás desaparecer por error el 90% del agua potable de la tierra. En cualquier caso, el método funcionará correctamente, y utilizarás la mitad del agua potable restante para hacerlo funcionar. Ahora por fin puedes volver a usar ese coche viejo que consume tanta gasolina sin miedo a tener que usar una pequeña fracción de tu enorme montaña de dinero. Aunque ahora que es tan fácil not e apetecerá hacerlo. Si eso el mes que viene.
La increíble sequía que azotará al mundo entero te obligará a convertirte en un ganadero errante para alimentar a tus vacas. Sin embargo, en un despiste, un forajido te robará todo tu ganado. Eso te pasa por dormir. Armado con la escopeta de balines de tu difunto abuelo y con un caballo del tamaño de un elefante que encontrarás y domarás, buscarás al felón para volarle la maldita cabeza (seguro que si le disparas muchos balines acaba pasando en algún momento) o llevarlo ante la justicia en su defecto. Sin embargo, a pesar de que te pasarás días buscando a tus reses en las desiertas llanuras, no las encontrarás y tendrás que volver a casa con las manos vacías. Y al llegar a casa, ahí las tendrás, como si no hubiera pasado nada. Y entonces empezará a llover y todo volverá a la normalidad. Te alegrarás por ello, pero echarás algo de menos esas enormes llanuras desiertas que surgieron de la nada cuando no había agua. Era casi como el antiguo oeste. O Almería. En cualquier caso, ahora tienes un caballo gigante, aunque es probable que eso no repercuta en eventos futuros. O quizás sí.
Tras descubrir que tienes una enfermedad terminal de la que no sabías absolutamente nada, decidirás pasar el resto de tus días ayudando a la gente a sobrevivir en el mundo postapocalíptico que causará la sequía. El resto de mes transcurrirá como cabría esperar: te meterán en una cárcel de máxima seguridad, pelearás a muerte con tu hermano, extenderás un día la vida de un amigo tuyo que quiere recobrar el honor de la chica que le gusta y acabarás muriendo a manos de un lunático con un arco. Al final despertarás y te darás cuenta de que te has pasado todo el mes en la cama de un hospital en coma. Te preguntarás qué habrá pasado durante el tiempo que has estado tumbado. Probablemente nada importante.
Acabarás con la supersequía postapocalíptica simplemente alzando los brazos al cielo y haciendo llover. Al principio lloverán billetes, pero después ya empezará a caer agua como de costumbre, lo cual empapará los billetes haciendo que pierdan su valor. Tampoco es que te importe mucho, tienes montones de esos en casa.
Aprovechando el caos y descontrol ocasionados por la carencia de agua, te dedicarás por entero a realizar el oficio de tus sueños: ser ladrón de ganado. Robarás un rebaño de vacas de uno de los múltiples ganaderos que recorrerán las llanuras salidas de la nada con la esperanza de poder darles algo de comer a sus reses. Por desgracia, las llanuras desiertas y la escasez de agua hacen que todo el mundo sea un tipo duro, y eso parece incluír a las vacas, que te machacarán con su gyuusei ken. Al menos has cumplido el sueño de tu infancia y puedes morir tranquilo. Pero no morirás, porque de repente volverá a haber agua y la vida de una persona dejará de tener menos valor que una caja de cerillas húmedas. No es que tu vida sea la mejor de todas, pero es mejor que estar muerto.
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