1 mar 2015

Resolución del combate de boxeo entre el Dalai Lama y Gandhi

¡Impresionante, damas y caballeros! ¡Nunca volverá a verse un combate igual!

Ya informábamos hace un mes en esta casa de que hoy mismo uno de marzo (16 de fagas) tendría lugar el combate del siglo entre el Dalai Lama y Mahatma Gandhi (revivido para la ocasión) a fin de obtener fondos para organizaciones en pro de la paz mundial. Y cómo el Lama había dado a su contrincante un mes para prepararse y recuperar todo su potencial antes de tener que enfrentarse al invencible Puño de Buda™.

Así pues, con todo al fin saldado y las apuestas cerradas desde hace un buen rato (con una clara predisposición hacia el campeón), podemos decirles, una vez más que ha sido increíble, el combate del siglo. Una animalada de más de trescientos asaltos que os relataremos con pelos y señales.

Pero antes de eso, hablemos de lo sucedido en el último mes. Ambos púgiles han estado increíblemente ocupados con sus respectivos quehaceres. El líder espiritual de los budistas tenía mucha burocracia por delante; revivir a un muerto no es algo para lo que el sistema judicial esté preparado, y más si pertenecía a una religión que tiene en consideración la posibilidad de la reencarnación.

Aparte de eso, la campaña publicitaria no se hacía sola; hace falta como mínimo el triple de budismo del que se puede encontrar en un monje Shiaolin para lograr convencer a todas las televisiones del mundo para que retransmitan el combate a directo, pero por suerte Tenzin Gyatso tiene todo ese budismo y más. En cualquier caso, sí, retransmitieron el combate en la tele y os lo habéis perdido.

Gandhi, por su parte, se sometió a un intenso entrenamiento para que no se le cayese la carne a cachos cada vez que moviese un poco el brazo. Gracias a los esfuerzos de Doc Louis (antiguo campeón de los pesos pesados y mentor de la joven promesa Little Mac), Gandhi fue entrenado en el arte de correr tras bicicletas posiblemente robadas, llevar sudaderas rosas y buscar el punto débil de sus rivales étnicamente estereotípicos.

El entrenamiento fue duro, sobre todo la parte de correr, pues los músculos de zombi de Gandhi no estaban preparados para ese esfuerzo. Sin embargo, gracias al incondicional apoyo de Yoshika (su novia jiang shi) y a sus insistentes prácticas de dar puñetazos de verdad y que dolieran algo, Gandhi fue capaz de moverse casi tanto como un maniquí durante un terremoto. Sus posibilidades de victoria seguían siendo escasas, pero lo iba a intentar de todos modos porque no tenía nada que perder, ya estaba muerto.

Con ese terrible espíritu de vencedor se presentó al combate. Después de las convenientes entradas al ring durante las cuales Tenzin Gyatso estuvo pavoneándose casi media hora usando todo tipo de disfraces absurdos como de la Pantera Rosa o Son Goku, sonó el gong tradicional que daba comienzo al combate.

Durante quince horas Tenzin Gyatso sacudió los tejidos nigrománticamente reanimados de Gandhi. Parecía un combate igualado pues, si bien es cierto que el Puño de Buda™ puede destruir cualquier cosa viva, el Dalai Lama no había contado con el pequeño detalle de que le iba a costar algo más dañar un cuerpo que ya estaba muerto. Por otra parte, Gandhi tenía la desventaja de que apenas podía moverse y su contrincante evitaba sin ninguna dificultad sus golpes desganados. En varias ocasiones temimos que realmente fuera a derrumbarse pero, como decimos, aguantó los 307 asaltos que se habían acordado para el combate.

Al sonar la última campanada hubo una gran conmoción en el estadio de Mount Metal al no quedar en absoluto claro quién había sido el vencedor de tan encarnizada lucha a falta de un fallo técnico. No obstante, tras la deliveración de los jueces se hizo saber que habían decidido que la victoria correspondía a Tenzin Gyatso, después de haberse dado cuenta de que los muertos siguen sin poder participar en combates de boxeo, técnicamente.

Al saber esto, tanto Gandhi como su novia Yoshika se encogieron de hombros con indiferencia y empezaron a intentar devorar los cerebros de los asistentes en una bonita demostración de amor. Todo el público y personal fue desalojado, excepto por el Dalai Lama, que aún sigue pavoneándose sobre el ring.

Y así ha concluído este excitante combate que nunca podrá ser retransmitido de nuevo debido a que todas las grabaciones se autodestruyeron debido a su alto nivel de humunguosidad. En cualquier caso, las cuatro personas que habéis apostado por el Dalai Lama en nuestra encuesta tenéis derecho a un caramelo de piña dharmada firmado por Tenzin Gyatso, y las dos personas que votaron a Gandhi pues tampoco han perdido nada. En cualquier caso, no dudéis en dejarnos vuestro comentario insultando a la organización del evento por el resultado del combate y o poniendo simplemente “¡¡¡¡¡TOOOONGOOOO!!!!!” sin ninguna clase de fundamento.

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