Bajarás de la montaña cargado de sabiduría, y no tardarás en sentir la necesidad de compartirla con el pueblo. Para tu sorpresa, a la gran mayoría no le gusta demasiado oír cosas que deberían hacer, así que tus sermones serán relativamente ineficientes (y en algún caso, incluso te verás obligado a atacar preventivamente a gente de mala calaña entre tu público). Pero te da igual, lo importante es que ahora la sabiduría que has adquirido en la montaña ya está diseminada por el mundo, así que no tienes la responsabilidad de saber algo que otros no. Además, seguro que alguien habrá que realmente siguiera tus consejos. O eso quieres creer.
Un predicador callejero te dirá que le caes bien, que sigas siendo tú mismo. Le harás las pistolitas con los dedos sonriendo, y te irás como si nada hubiese pasado. Esa noche comerás magdalenas de miel.
Un predicador callejero te dirá (dirigiéndose a ti especialmente, de entre toda la gente) que te dejes de tonterías, que te dediques a trabajar en ti mismo, y que nadie te prestará atención si todo lo que consigues es dar pena. Después de pasarte tu juego de citas favorito por tercera vez esa semana, las palabras del predicador resonarán en tu cabeza. Te darás una ducha y saldrás a tomar el aire. Quizás hasta a ir a comprar material de dibujo. Al final acabarás haciendo docenas de retratos de tu waifu/husbando, pero hey, es un paso. Uno muy pequeño, pero un paso de todos modos.
Si eres el gemelo bueno, un predicador callejero te dirá que seas más proactivo. Si eres el gemelo malo, un predicador callejero te dirá que dejes de intentar asesinar a tu familia de una puta vez, cojona. Ambos tendréis legítimas dudas y terminaréis por desoír sus consejos.
Un día tu abuela te convencerá para ir a misa, e irás. Qué tostón.
Un día, te encontrarás a un predicador callejero, hablando al pueblo sobre cómo deben conducir sus vidas. Por supuesto nada de eso te interesa, tú lo único que quieres es incrementar el sufrimiento humano, así que pasarás del tema. Por desgracia, el predicador no pasará de ti: materializará una espada de la nada y se lanzará a atacarte, sin duda reconociéndote entre el gentío como el peligroso sociópata que eres. Por suerte, siempre llevas una granada aturdidora por si se dan esta clase de situaciones (son sorprendentemente frecuentes). De vuelta a casa, reconsiderarás seriamente tu vida. Si alguien ha sido capaz de ver a través de tu máscara con tan poco esfuerzo, es que algo estás haciendo mal.
Un predicador callejero te dirá que dejes de acaparar dinero, que eso no te ayuda ni a ti ni a nadie. No le harás caso, y tu madre se romperá una pierna. A veces te preguntas si esta clase de cosas están relacionadas. Nah, eso son solo chorradas de gente supersticiosa.
Un predicador callejero al que no conoces de nada te felicitará por llevar una vida dedicada a tus pasiones, y sin perder tiempo haciendo cosas que no te llenan. Pensarás mucho en estas palabras mientras limpias el estiércol de tus reses.
Un predicador callejero te dirá dejes de preocuparte de tus enfermedades, que son algo sobre lo que no tienes control, y que por ende es mejor no dedicarles tiempo. Que no les dejes controlar tus pensamientos además de tu salud. Al principio te parecerá razonable en cierto modo, pero después te acordarás de aquella vez que los gérmenes hipnóticos invadieron tus pensamientos. No le darás demasiada importancia y decidirás centrarte en su lugar en lo que verdaderamente importa: tu amigdalitis.
Verás a mucha gente predicando la sagrada palabra de Filippo. Al principio te alegrarás de que alguien muestre a las gentes de bien la palabra de Nuestro Señor del Océano, pero te entristecerás al saber que casi nadie prestará atención a las Escrituras. Y eso que los profetas ni siquiera se están basando en las partes de esclavitud eterna y genocidio. .
Aparecerá un predicador callejero en tu territorio que se creerá muy importante haciéndose el místico. Le dirás que ese es el negocio de tu familia, y que no dejarás que un extraño se meta en medio tan alegremente. Te dirá que no tiene intención de quitarte la clientela, pero que tú deberías empezar a pensar más en cómo invertir a largo plazo. Que tus ideas de hacerte rico te dan con suerte un pequeño surplus en el momento, pero que al final siempre acabas quemando mucho más dinero del que utilizas o reinviertes. Te dejará pensando un momento, pero luego desecharás la idea. Qué sabrá un novato lo que es hacer negocios, ¡por favor!
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