Santiago Carromoto es un señor de cincuenta y seis años natural de Alcaparreños, en el interior del país, donde reside con su esposa Tere.
Tras una vida fumando tabaco de limpiar motores y tres infartos, su señora al fin consiguió que dejara de fumar. Y no solo eso, sino que, con mucha insistencia por su parte y la del médico, lograron que se apuntase al gimnasio municipal.
Tras algún rifirafe con las máquinas y negarse en rotundo a probar cualquier cosa que se pareciese a bailar, la señora de Santiago consiguió convencerlo de apuntarse con ella a las clases de yoga que se ofrecían todos los martes.
Al final de estas clases es costumbre llevar a cabo unos diez minutos de meditación dirigida por parte de la monitora. El primer día en que Santiago acudió, nada más cerrar los ojos para empezar a meditar, sacó un triple nirvana y se llevó el bote.
De todos es bien sabido que la verdadera iluminación no es una cuestión de práctica meditativa, profundo autoconocimiento y estudio religioso, sino que es una tragaperras. Cada vez que nos ponemos en posición de loto y cerramos los ojos hay una mínima posibilidad de que alcancemos algún tipo de comprensión trascendental, pero es tan ínfima que suele llevar décadas de calentar la máquina. Los expertos aseguran que Santiago lo sacó a la primera.
Ahora mismo sigue en la sala del gimnasio, flotando en el aire con una expresión de paz y emitiendo luz dorada. Los bomberos y distintos líderes religiosos han intentado rescatarlo de su estado de unidad con el universo, pero ha resultado en vano. «En mi vida he visto cosa igual», aseguraba un bombero veterano, «está tan metido el vimukti que no sale ni con la prensa hidráulica».
Tras 36 horas de emergencia, un culto ha comenzado a formarse a su alrededor con la esperanza de que se reencarne como bodhisattva una vez su cuerpo físico también trascienda y pueda asistirlos en su propio camino espiritual. Otros aseguran que obtener un triple nirvana es imposible porque las máquinas del punarjanman están trucadas y es imposible sacar un triple nirvana y es todo maya dirigido a confundir a la gente y que no se puedan librar de su karma. Otros que simplemente están vendiendo la moto.
La instructora de yoga dimitió diciendo «30 años trabajando de esto para que ahora llegue un cualquiera» y su señora se queja de que el gimnasio le está cobrando un recargo por tener alquilada la habitación a pesar de que «no molesta y básicamente vive del aire».
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