Tus sentidos heroicos te informarán de que un indeseable va a tratar de sabotear una de las carreras de robots que se han vuelto tan famosas últimamente. Sin dudarlo un momento, saldrás a su caza en tu coche, blandiendo tu fiel pistola de plasma. Ambos tomaréis parte en la segunda mejor-peor persecución automobilística de la historia, que incluirá, entre otras cosas disparos, caídas desde puentes, estiércol, entrar (de algún modo) por una boca de metro y continuar la marcha por los carriles y llegar hasta la playa más cercana, pasar un buen rato tratando tratando de disparar al criminal debajo del agua (aprovechando que, por algún motivo, vuestros coches no se dejarán de funcionar sino que solo irán algo más despacio) y recorrer una montaña rusa (al revés (dos veces (ambas chocándose con las personas montadas en ella))). Probablemente hayas exagerado un poco mucho llegando a esos extremos para darle una lección a un metebullas cualquiera, pero seguro que así aprenderá la lección. Probablemente.
Intrigado por los robots de carrera que tan de moda están últimamente, decidirás comprar uno tú mismo para hacer carreras en tu propia casa. Por desgracia, a pesar de tener el sello de autenticidad de la Liga Internacional de Robots de Carreras Cubiertos de Peluche, el robot resultará ser una burda imitación hecha (de alguna forma) enteramente con cebolla que se pondrá a arder justo después de conectarla. Bueno, cuanto menos te servirá para hacer bocadillos o algo. O lo haría si no te hubiese asqueado el fuerte aroma de esa cebolla de baja calidad. Normal que la hayan usado para hacer robots, ¿quién podría comerse esto?
Debido al corte de una carretera por la que estabas circulando debido a algo aparentemente relacionado con un tractor que llevaba estiércol, decidirás desviarte de tu camino e ir a la playa más cercana a pasar el resto del día (es especialmente conveniente que estés caliente todo el día y puedas así contrarrestar el frío del invierno). Increíblemente, no serás el único en esa playa, habrá otra persona de bastante buen ver a la que decidirás invitar a tomar algo. Por desgracia, antes de que puedas hablar con ella un coche te atropellará y te llevará en el capó enganchado por el bañador durante varios metros hasta acabar metiéndose bajo el agua, momento en el que tu bañador se romperá y quedarás completamente desnudo dentro del agua congelada. Tienes suerte de ser uno de los pocos que no corren peligro de morir de hipotermia en esa situación.
Si eres el hermano malo, planearás lanzar a tu hermano a la pista por la que circulan los robots uno de los muchos días que iréis a ver las carreras de robots. Sin embargo, no tardarás en darte cuenta de que era una idea horrible porque los robots miden menos de medio metro de alto, y aun si sus sensores fallaran a la hora de detectarlo y acabaran por chocarse con él, lo más probable es que no le hicieran mucho daño. Debidirás no perder el tiempo y simplemente comprarle uno de esos robots de cebolla que arden y huelen mal. Si eres el hermano bueno, tu hermano será más generoso que de costumbre y te comprará un robot de carreras como los que vas a ver correr junto a él todas las semanas. Una lástima que se haya puesto a arder espontáneamente. Tu hermano debería dejar de almacenar tanto éter en vuestra casa.
Tras casi un mes, te cortarás las uñas de los pies.
Tratarás de sabotear la competición de robots de carreras metiéndote en el recinto con tu coche y arrollando a todos los robots. Sin embargo, de algún modo, alguien descubrirá tu plan y se pondrá a perseguirte disparándote con un cañón de plasma. Tras una larga y tediosa persecución automobilística, decidirás que nada de eso merece la pena por arrollar a un par de robots cubiertos de peluche, así que te irás a casa, pensando en lo que costarán las reparaciones de los daños originados en la persecución. Y a ver cómo te sacas todo ese estiércol de encima.
Encontrarás una forma de deshacerte de tu excedente de cebollas (dado que no has conseguido empaquetarle tu tortilla sin cebolla que en realidad sí tiene cebolla a las élites sincebollistas) y encima ganar dinero con eso. Aprovechando la creciente fama de los robots de carreras, crearás una línea de robots que los imiten pero que estén completamente hechos de cebolla y aún así funcionen. Bueno, funcionarán durante unos segundos, después se pondrán a arder porque la cebolla es demasiado deliciosa como para que se hagan engranajes a partir de ella. En cualquier caso, esto no te supondrá ninguna clase de problema legal gracias a tus abogados perfectos creados mediante ingeniería genética.
Un día, cargando con el estiércol de tus reses en tu tractor, un coche aparecerá de la nada y caerá de pleno sobre el remolque. Su conductor se pondrá a hacerte señas, indicándote que aceleres o que le des el volante del tractor en su defecto; pero antes de que te des cuenta, caerá un segundo coche a escasos metros de tu tractor que se pondrá a dispararle al primero con una pistola de plasma. Viendo esta escena, orillarás el tractor, te bajarás y lo dejarás atrás. Si tanto quieren tu estiércol, ahí lo tienen
Contraerás una extraña enfermedad que te hará pasar todo el mes diseñando robots y poniéndolos a hacer carreras. Pero cuando decimos todo el mes queremos decir TODO el mes, apenas comerás (y cuando lo hagas no dejarás de diseñar robots) y no dormirás en absoluto. A mediados de mes te desmayarás por razones obvias, pero cuando despiertes ninguno de tus robots seguirá en tu casa. Se habrán ido cabalgando a la lejanía o algo así. La culpa es tuya por hacer robots especializados en ser rápidos.
Encontrarás en una tienda de mala muerte unos robots de carreras cubiertos de peluche. Ante esa situación harás lo más sensato: comprarás todo el stock y organizarás carreras entre ellos que rápidamente se volverán increíblemente famosas y te reportarán grandes beneficios. Nada nuevo, la verdad.
Tus instintos sobrenaturales de buhonero te llevarán a internarte en la casa de un tío/tía que está dormido/a o en coma o algo así, completamente rodeado de robots que, con algo de peluche y un buen márketing podrían convertirse en excelentes engañabobos para niños y, en pocas palabras, en un negocio que te dé mucho dinero. Contrario a tus expectativas, todos los robots serán comprados por un único adulto. No es lo que te esperabas, pero el dinero es el dinero.
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