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"Después acabar Dragon Ball, recibí presiones por parte de la editorial para que hiciera una continuación. Como no había mucho por dónde tirar, me puse a pensar en sinsentidos y argumentos genéricos para que me dejaran en paz de una vez, pero por algún motivo parece que les acabó gustando" afirmaba ante las cámaras cuando se le pidieron más explicaciones.
Ante tal noticia, varios fans de la serie saltaron a la mesa de Toriyama con propósitos kamikazes. Una vez fueron reducidos por el propio autor, continuó su explicación: "Nunca me esperé que la cosa llegara tan lejos. Quizás soy solo yo, pero no sé, a mí me parece muy evidentemente una parodia autorreferencial y una crítica aguda a la lucha libre y a los guiones pobremente planificados".
Sorprendidos por su declaración, nos apresuramos a preguntarle si la reciente secuela de Dragon Ball Z, Dragon Ball Super, era también una broma. Tras oír nuestra pregunta, nos miró con expresión de desagrado y nos contestó "prefiero no hacer comentarios". Tras la rueda de prensa, los directivos de Toei Animation, distribuidora del anime, anunciaron públicamente que ofrecerían sesiones gratuitas de psicoterapia a todos los fans que asistiesen a consulta cosplayeados como uno de los personajes de la serie.
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