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Los historiadores ya conocían la leyenda de Hosantonup XIX, el faraón que retó a las aguas del Nilo a un combate como represalia por una terrible inundación, pero se desconocía el resultado de tan desproporcionada batalla.
Al menos hasta ahora que unos papiros recientemente excavados parecen resolver el misterio de quién fue el ganador.
Pero para ello es necesario ir al principio: en algún momento de la IX dinastía, el Nilo se inundó hasta cotas inauditas, anegando campos y casas, ahogando a personas y permitiendo que los hipopótamos y cocodrilos hicieran su agosto entre los egipcios.
Hosantonup, entonces farón, estaba gravemente preocupado por este hecho, después de que los dioses no respondieran a sus plegarias y súplicas de ayuda, probablemente incapaces de convencer al testarudo río.
Ante esta situación, Hosantonup decidió ocuparse él mismo y solo conocía una forma de hacer que bajasen las aguas de un río: retarlo a un combate de lucha libre.
Un buen día, acompañado de toda su corte, se presentó con sus calzones regios y su cinturón de faraón ante el río, lo retó y se pavoneó ante él. Como respuesta, ese mismo día las aguas penetraron en el palacio real, lo que se tomó como una señal de que el Nilo aceptaba el desafío.
Al día siguiente Hosantonup se preparó a conciencia y ordenó hundir un ring en el centro del río. Nadó hasta él y buceó sin descanso durante largos minutos. Los innumerables asistentes contuvieron también el aliento hasta que el faraón volvió a emerger, muerto por ahogamiento.
La mayoría de versiones solían quedarse en este punto, asumiendo que el faraón había sido derrotado por la ferocidad de la corriente y su limitada capacidad pulmonar. Pero los papiros hallados hace poco ofrecen una narrativa más completa de los sucesos.
Hosantonup en efecto murió ahogado, pero escasos segundos antes de que eso ocurriera, el árbitro-sacerdote que había acudido a la contienda había golpeado tres veces la lona del cuadrilátero sumergido. Con sus últimas fuerzas, Hosantonup realmente había conseguido agarrar las aguas del río, que dejó de fluir durante tres segundos, venciéndolo.
Y como prueba de ello, la inundación procedió a remitir durante los días siguientes hasta que el Nilo volvió a su cauce habitual, para regocijo de los egipcios.
Esta versión, que presenta a Hosantonup como una verdadera encarnación de El Horus, señor de la lucha libre egipcia, contrasta con la visión más extendida entre los historiadores, que aseguran que todo fue una argucia de la primera esposa del faraón, que consiguió ahogarlo para aupar a su amante al trono. Y también afirman que todo el combate estaba amañado y el Nilo fingía por dinero.
Por desgracia nunca sabremos la verdad de lo ocurrido, pero, eh, al menos dice que los perritos calientes que se vendían entre el público estaban buenos.
¿Creéis que hoy en día los presidentes de Egipto serían capaces de derrotar a un río testarudo? ¿Os preocupa que no sea así? No dudéis en enviarnos hatemail al respecto a los comentarios de la entrada o nuestras cuentas de correo, twitter o G+. ¡Lo esperamos!