Recientes estudios en los manuscritos del Príncipe de las Letras Españolas han revelado abundantes cortes y agujeros que hasta ahora habían pasado desapercibidos a estudiosos endrojados. Tras ser estudiados cuidadosamente por profesionales del extranjero se ha revelado que los daños se corresponden con los que hubiera producido una alabarda, por lo que se ha alcanzado la conclusión de que Cervantes usaba esta arma mortífera para escribir.
No está claro por qué llevaba a cabo tan singular práctica, pero todo apunta a que se acostumbró a ello durante su cautiverio al no tener ninguna pluma a mano. Al parecer no se le ocurrió usarla para intentar escapar.
Hay constancia de que una vez libre la usaba a menudo contra competidores literarios, enemigos, amigos y gente que lo miraba mal. Esto por fin aclara el porqué de su famoso y misterioso apodo: el manco de la alabarda. Este nuevo hallazgo quizá ayude a esclarecer la causa de la muerte de Lope de Vega, hallado con veintiséis golpes de alabarda. Su muerte hasta ahora se creía un terrible accidente.
La alabarda probablemente procedía de Flandes, donde se supo que estuvo Cervantes de joven para adquirir cannabis de forma legal y “ayudarse” a crear. Otras teorías apuntan a que la fabricó a partir de la tibia de un gigante al que asesinó con sus propias manos, pero las opiniones de Glastebius el Mago Chiflado no son bien recibidas ya por la comunidad historiográfica.
A sabiendas de esto se le han empezado a atribuir otras obras sin base alguna como El lazarillo de Tormes, El Quijote de Avellaneda o El libro de buen amor, escrito doscientos años antes. Esta última teoría no goza de gran popularidad ante la evidencia de que escribir con una alabarda no te permite viajar en el tiempo. Aunque quizá empleaba otros métodos...
No obstante a la luz de los nuevos datos es bastante probable que Cervantes fuese en realidad Avellaneda, pues en los manuscritos de este se han hallado restos de acero alabardesco de temple gótico que han servido para precisar que el arma podía usarse para cortar chorizos, pero no morcillas. En cualquier caso los expertos están bastante seguros de que Cervantes se levantaba como sonámbulo para escribir obras de inferior calidad para luego no acordarse de nada a la mañana siguiente. Probablemente se creería que encontrar su cama llena de esos manuscritos era una broma pesada.
Se estudia la posible relación del escritor con Metaknight, en cuya nave podría haber servido en sus años mozos.
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