Descubrirás que todos los grandes problemas que sucederán este mes se deben en buena medida a unas máquinas más viejas que el mismo tiempo que causan estragos. Irás al pasado para evitar que se creen, pero justo después de hacerlo te darás cuenta de que eso es estúpido y no hace más que causar problemas adicionales, así que al final crearás otra línea temporal en la que simplemente destrozarás las máquinas con un palo muy grande.
Te verás obligado a buscar mantas en las ignotas profundidades de tu armario porque empezará a hacer frío. Acabarás descubriendo que tu armario tiene doble fondo, y que tras él se encuentra una máquina enorme y con pinta de ser muy antigua. Conseguirás activarla de potra y justo después se pondrá a lanzar ingentes cantidades de hojas secas por todas partes, quizás teletransportándolas de otros lugares del mundo o creándolas a partir de éter del brujoespacio. Por desgracia, la máquina funciona quemando grasa de ballena diarreica, que tiene un olor tremendamente fuerte y que te tumbará casi instantáneamente por estar en un espacio tan cerrado. Te pasarás en coma el resto del mes, y cuando despiertes la máquina estará rota, con señales de haber sido golpeada con un palo mu’ grande. Vaya por diox.
Como los días empiezan a ser más cortos y lleve más, te pasarás casi todo el mes en casa, sin más entretenimiento que… quererte a ti mismo. Casualmente verás en la tele algo de una epidemia y de muchas hojas secas que son noticia por algún motivo, pero no te importará demasiado, la verdad.
Si eres el gemelo malo, tratarás de contagiar a tu hermano con ébola. En algún momento te darás cuenta de que no tienes ni idea de cómo demonios funciona esta enfermedad, así que te verás obligado a rendirte. En cualquier caso, ambos terminaréis pescando un resfriado de los fuertes. Eso os pasa por no llevar siempre con vosotros vuestra toalla.
Te resbalarás con una hoja mojada, pero no te caerás.
Descubrirás una forma de aprovecharte del exceso anómalo de hojas secas: creando una bomba basada en la celulosa. Cuando tengas los planos a punto y a todos los inmigrantes que van a trabajar en el proyecto y a los que pagarás solo con calderilla, te darás cuenta de que lo de la bomba de celulosa fue una idea terriblemente ridícula. Mandarás a todos tus trabajadores a sus respectivas casas y te pasarás el resto del mes sentado en un rellano y esperando a que llegue el siguiente mes para planear algo decente.
Extrayendo petróleo encontrarás una máquina antigua que no tiene pinta de ser siquiera de esta versión de la realidad (más bien de otra más steampunk, pero no en plan Wild Wild West, sin arañas gigantes). Pondrás a tus mejores científicos a buscar la forma de activarla, y lo conseguirán. Por desgracia, la máquina transforma hojas secas en el bacilo del ébola y no hay forma de pararla. Jodidos científicos de la inexistente era steampunk.
El gobierno te contratará para que pasees tu rebaño de vacas por la ciudad e incitarlas a que coman el exceso de hojas secas que está dificultando el funcionamiento de los servicios públicos en todo el país. Cuando acabes, además de pagarte, te darán el título honorífico de “pastor de guerra” con lo que ahora técnicamente puedes ir a cualquier evento militar y decirle a los soldados rasos lo que tienen que hacer. Mola.
Contraerás ébola, pero será una cepa muy rara que solo afecta a determinadas razas de perro. Como en el hospital no tendrán ni la menor idea de qué hacer contigo te mandarán directamente a casa, sin cuarentena ni nada, que eso es para guiris. Por suerte, milagrosamente, te curarás solo, aunque a partir de ahora echarás sangre en el esputo cada vez que tosas. Qué se le va a hacer.
Tú y otros muchos de tu signo crearéis un comité informativo sobre el ébola (del que sabéis prácticamente todo porque magia) para instruir a la gente acerca de qué es, cómo combatirlo y cómo NO combatirlo. Por desgracia, absolutamente nadie os hará caso. Muchos pondrán mosquiteras en las puertas de sus casas para que no entre “ese ébola malo que se come a los niños”. Así, os marcharéis apesadumbrados a vuestras respectivas mansiones a bañaros en oro para lavaros la vergüenza.
Tratarás de aprovechar la enorme cantidad de hojas secas que hay en la calle por alguna razón para estafar a los guiris. El plan será dibujarles caritas sonrientes a las hojas, hacerles unos pies con plastilina y vender eso a cinco euros. Sin embargo, te darás cuenta de que, muy a tu pesar, el verano ha terminado, y consecuentemente los guiris se han ido, así que no venderás nada. Bueno, tampoco es como si hubieras perdido algo.
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