Por supuesto, ahora que el gobierno nipón lo ha descubierto, su plan de choque para solucionar la crisis y frenar la deflación es animar a la gente a usar las hojas como moneda corriente. “Eh, si llevamos tantos años haciéndolo sin darnos cuenta, ahora que lo sabemos tiene que salir aún mejor”.
Los economistas japoneses han desarrollado un complejo sistema de cambio en el que el valor de las hojas viene determinado por el tipo de planta al que pertenecen y su tamaño. Se plantearon tener en cuenta también su contenido en clorofila, pero temían que se diera una explosión de especies invasivas como el eucalipto. “Es eso lo que pasó también en Galicia, ¿verdad?”, nos preguntaba uno de los expertos.
La población japonesa aplaudió esta idea, que ha hecho crecer notablemente el PIB per cápita del país asiático y el gobierno se felicita ahora que los precios empiezan a subir, seguro indicador de que la confianza en su nueva moneda (el midori, “verde”) está más fuerte que nunca.
Pocos políticos han mostrado actitudes en contra de las nuevas medidas y los que lo han hecho han sufrido ataques de seppuku fulminante, lo que demuestra la gran popularidad de las decisiones.
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