6 ene 2015

Juguetes peligrosos y cómo evitarlos

Imitad la saludable desconfianza de Josué Yrión
Feliz día de Epifanía, reyes padres, esperamos que pudierais rogar lo suficiente a los Reyes Vagos como para que saciaran a vuestros pequeños amos.

Pero recordad, por el bien de los pequeños, hay cosas con las que nunca deberíais dejarlos jugar. Ahí os va una breve lista con algunos ejemplos importantes.

Por ejemplo ya sabéis que los videojuegos incitan a la violencia y el satanismo, pero seguro que no imaginabais que tanto ellos como sus primos, los juegos de mesa, incitan al juego ilegal y las apuestas. La mejor solución es el fuego, quedad con vuestros vecinos para hacer una gran hoguera comunitaria, así será más sencillo conseguir permiso del ayuntamiento.

Por supuesto no os podéis dejar engañar tampoco por la apariencia entrañable de las muñecas, pues incitan de forma flagrante a la trata de blancas, ¿acaso nadie se ha dado cuenta de cómo sus casas suelen estar decoradas como prostíbulos? Y ya no hablemos de los animales de juguete, que acaban llevando al maltrato animal o los vehículos teledirigidos, que son una clara indoctrinación a la esclavitud.

Los juegos de magia o cualquier cosa que lleve la cara de Harry Potter debería hacer saltar todas las alarmas de brujería. Podrían estar enseñando a tu hijo a vender tu alma al diablo sin que te dieras cuenta. Pero a veces la magia negra se oculta en cosas mucho menos evidentes. Los puzzles, por ejemplo, son una forma de ouija en la que usas un tablero para obtener una imagen final del más allá. Es incluso más satanico si juegas con varias personas desplazando las piezas con el dedo.

Con el tiempo, vosotros también deberíais desarrollar uno
Los juguetes con los que los niños pueden fabricar cosas suelen ser especialmente siniestros. Pongamos por ejemplo los hornos de juguetes. En ellos, un niño sin supervisión podría llegar a cocinar veneno sin querer, o peor, a sintetizar metaanfetaminas y engancharse a la droga dura antes de que se le acabe de formar el sistema nervioso. Tampoco hay que fiarse de las máquinas de coser de juguete y otros artilugios afines, pues incitan a la explotación de menores y el trabajo infantil.

Obviamente, los muñecos de acción y las armas, aunque sean pistolas de agua, incitan a los niños a unirse a organizaciones terroristas y grupos paramilitares, o a rebelarse contra el sistema por su cuenta si no es posible. Sobre este tema, aunque no lo parezcan, las ceras, pinturas, lápices y otros elementos que promulguen la expresión artística pueden causar efectos similares, pues es de todos sabido que Hitler era un artista, y por ende el arte es peligrosa para la mente de los niños.

Y eso son solo unos ejemplos, hay mucho más, como las tablets de juguete que pueden usar para descargar coches o prostitutas, los juegos de bloques que incitan a la construcción ilegal o los disfraces, perfectos para practicar la suplantación de personalidad… De modo que estad atentos y dejadles solo juguetes de los que estéis totalmente seguros.

Es posible que, después de que os hayamos abierto los ojos sobre tantos juguetes peligrosos no sepáis “cuáles son los buenos”. En ese caso, permitidnos guiaros, pues solo hay un juguete que merece ser regalado este año y todos los demás: la BRAWLGUITAR DE ZILLYUETHER.
¡Loada sea!

Contempladla en toda su gloria y, cuando os hayáis secado la baba, ponedla debajo del árbol o dentro de un calcetín o en una bolsa para cadáveres, o donde sea el año que viene. Vuestros hijos os lo agradecerán, ahora y en el futuro.

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